Bien sé que el título no es original, pero al utilizarlo en este día 17 de enero de 2018, en que Cataluña decide la formación de su parlamento regional, quiero utilizar la misma contundencia con que el señor Aznar exigió a Felipe González su salida del Gobierno. Y lo hago, porque Vd. Señor Rajoy, su Vicepresidenta y los torpes «cerebritos» que aún le acompañan en el Poder Ejecutivo conforman uno de los más dañinos gobiernos que España y su unidad han padecido y padecemos.
¡Reconózcalo! : Vd. y su equipo son unos fracasados.
Tuvieron una ocasión de oro para cortar de raíz la avalancha separatista catalana. Y en vez de usar su mayoría absoluta para frenar en seco tal tendencia en el gobierno de la Generalidad, se dedicaron a comprar su apoyo en el Parlamento nacional, con las milmillonarias subvenciones y ayudas teóricamente destinadas al pago de las deudas contraídas por los delincuentes de los sucesivos gobiernos de aquella entrañable región.
¿Resultado de aquellos soterrados apoyos? A la vista están y en los tribunales de Justicia esperan su
sentencia. Día a día, documentalmente, se descubre que gran parte de aquellos fondos fueron desviados a las arcas financieras del plan secesionista urdido por la estructura partidista asentada en el gobierno de la Generalidad catalana.
No voy a recordar los acontecimientos que, por ser más recientes, están en la memoria de todos.
Creyó usted, y con usted quienes le apoyaron, que con la aplicación del artículo 155 todo quedaría resuelto. Pero el artículo 155 no es el ungüento «Palleski» ni el bálsamo de «Fierabrás», aunque usted lo haya aplicado más como éste, que como el primero. Le cegaron las prisas y la incumplida promesa de los negociadores del PNV , en su solicitado apoyo a los pendientes Presupuestos Nacionales. Y la aplicación del 155 perdió toda su eficacia al dejar fuera de su acción punitiva, flecos tan importantes como la suspensión cautelar o definitiva de la emisora TV3, y, sobre todo, la inhabilitación para el ejercicio de funciones administrativas y políticas de aquellos miembros del Parlamento y gobierno de la Generalidad que quedaron depuestos de sus cargos con la aplicación del propio 155.
Hoy mismo, en estas horas de la mañana en que escribo estas reflexiones, se está discutiendo en el recién elegido Parlamento de la Generalidad, quiénes formarán su mesa de Gobierno. Al parecer, ya se ha decidido que el Presidente sea el diputado señor Torrent., reconocido político separatista. Que sea enhorabuena.
Entre tanto, el propio señor Rajoy y sus más íntimos adláteres se dedican a intentar desacreditar el abrumador triunfo electoral de Ciudadanos, en un suicida intento de borrar la irreparable derrota del PP. Por ejemplo, no hace muchos días que el portavoz del Gobierno en el Parlamento español lanzaba un «puyazo» a Ciudadanos diciendo que «también se puede morir de éxito», sin tener en cuenta que la realidad demuestra que en Cataluña, -y también en el resto de España- El Partido Popular lleva décadas agonizando con sus fracasos.
Prometieron el Sr Rajoy y sus aduladores, que con la aplicación del artículo 155, Cataluña volvería a la normalidad democrática. ¿Pero es ésta la «normalidad democrática» deseada por Rajoy? Me niego a creer que sí.
En cualquier caso, los hechos son tozudos. Después de tanto escándalo y especulaciones, la aplicación del 155 hecha por el Gobierno del señor Rajoy, por culpa de su torpe y precipitada convocatoria electoral, no ha servido para nada.
¿Para nada? Bueno, sí, para que vuelvan a gobernar en Cataluña los independentistas. Y para amenazar el Sr. Rajoy con mantener vigente la aplicación del artículo 155, «ad calendas grecas». Una vez más, y ahora en trance mucho más amenazador para el conjunto de España, dejar las cosas como estaban, o convocar otra vez, nuevas elecciones .
Todo, menos tener la dignidad política de dimitir como Presidente del Partido Popular y del Gobierno nacional.
¡Váyase, señor Rajoy!