Ha nacido la Plataforma para la Información AFÁN, de la cual recibiremos a partir de este momento, este boletín, con periodicidad mensual.
Se trata de un documento sencillo por ahora, pero siempre al servicio de los ideal es que hicieron grande a España a lo largo y a lo ancho del mundo:
Dios en lo más alto, la Patria en cuanto tierra de padres y un sentido de Justicia que llevamos todos los españoles arraigado en nuestro corazón.
Cuando nuestros sentimientos coinciden con los de aquellos que ofrendaron lo mejor de su vida por los demás.Tendrá un contenido doctrinal, histórico, político, documental, y siempre irá dirigido a cuantos lo acojan con el mejor de los semblantes y el más arraigado patriotismo.
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– CONTENIDOS –
No nos equivoquemos por Luís Fernández Villamea

La conocida como “fuga” de Puigdemont no lo ha sido tanto. Analicemos. El secesionismo catalanista ha alcanzado en estos últimos meses sus más altas cotas de desarrollo político, hasta lugares que ni los más levantiscos condados catalanes de la antigüedad hubiesen soñado. Y ese listón no lo podían rebajar ni un solo milímetro. Para ello lo pensaron bien: sabían que un sector importante de su gobierno iba a terminar en la cárcel, así como de su parlamento autonómico, y otro tenía la función de poner en marcha una violenta campaña de agitación y propaganda en el exterior. Y nada mejor en ese sentido que ir hasta el corazón “oficial” de Europa, que es Bruselas, para manifestar la “tiranía” a que está siendo sometido el sufrido pueblo secesionista de Cataluña.
Lo malo de todo esto es el Gobierno de Madrid, que descuida sus garitas en la duermevela y no contrarresta una brutal arremetida universal contra España en la televisión y prensa extranjeras, en las embajadas españolas, en los recintos de poder universales y hasta en las universidades de medio mundo. Y es que se ha creído que con tener el beneplácito verbal de apoyo de la Unión Europea y la afirmación constitucional de unos cuantos mandatarios influyentes aquí se ha acabado todo. No. Para eso precisamente, exactamente, puntualmente, se ha quedado Carlos Puigdemont en Bruselas.
Lo de la presunta fuga, la cobardía, el haber dejado en estacada a los suyos es sólo un invento, para justificar ineptitud y su descuido culpable, del Gobierno de Madrid,que así tapa sus vergüenzas de no actuar en el mundo c los enormes medios que proporciona todo un Estado y c la autoridad que da el ser el primer país de Europa q consigue la unidad hace ya más de cinco siglos.
Todo esto recuerda, si echamos una visual al hemerotecas, a aquellos periódicos al servicio de l gobiernos de entonces en la guerra de Cuba. Escribían que España todavía conservaba una flota poderosa y que la emergente nación norteamericana estaba aún con una pluma vertical sujeta por una cinta rodeando la cabeza los apaches. Luego llegó la explosión pirata del “Maine”, las palabras fúnebres del almirante yanki cuando barcos cuerpos flotaban destrozados sobre las aguas de la bahía de Santiago de Cuba: “Qué grandes marinos y qué canalla de políticos”.
Y no llevaba pluma alguna sobre su cabeza.

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Cataluña despierta una nueva España

La secesión promovida por el gobierno catalán ha provocado un despertar nacional que no se veía en cuatro décadas en España.
Las causas que han favorecido una crisis de esta magnitud no hay que buscarla exclusivamente en la deriva radical del nacionalismo catalán, sino en el agotamiento del régimen de 1978, que desde sus inicios favoreció el crecimiento y maduración de un sistema parasitario que beneficia a los partidos nacionalistas. El intenso gasto que provoca sólo ha podido ser compensado con la reducción en otros sectores públicos, como el educativo y el sanitario.
La progresiva entrega de competencias a los nacionalismos, alimentó su egocentrismo, su mesianismo político, que iba creciendo en las nuevas generaciones, inoculando un odio atávico contra España, como nación opresora, gracias a la entrega de las competencias educativas y culturales.
Sin embargo, el resultado estaba claro, cuando la concesión de competencias a los nacionalistas y la ausencia de un proyecto de comunidad nacional, no iba a proporcionar un clima de consenso integrador, como habían defendido los defensores de 1978.
La secesión catalana ha contado con el uso de recursos públicos, el apoyo de trescientos mil funcionarios y la promesa de ciudadanía a colectivos de nuevos catalanes, donde se incluyen unos seiscientos mil musulmanes, en su mayor parte marroquíes de primera generación. No obstante, la España oficial de 1978 escondía de forma latente un espíritu nacional, constreñido y escondido, porque cualquier alarde patriótico era denostado negativamente.
Las victorias deportivas de la selección nacional de fútbol ayudaron a visualizar ese sentimiento escondido. Pero ha tenido que ser la arrogancia y el desprecio por la historia de la secesión de los nacionalistas catalanes lo que ha fomentado la exteriorización de un sentimiento de pertenencia a España, tiñendo de banderas nacionales los balcones y ventanas de nuestras ciudades. Por primera vez en muchos años, con independencia de ideologías políticas, el despertar de una nación se había producido, no por una constitución, algo artificial y caduco, sino por una comunidad histórica nacional existente muchos siglos antes.
A pesar de todo, el problema es grave, el régimen actual ha fracasado como modelo integrador y social, fomentado una precariedad que hace ver a la nuevas generaciones que vivirán peor que sus mayores. El desempleo es estructural, con una tasa de crecimiento en negativo que favorece una inmigración constante y masiva, mientras nuestros jóvenes universitarios huyen de un paraíso de picaros y corruptos. La crisis catalana tapa y descubre problemas muchos más graves que nos hace pensar la necesidad de aprender de nuestra historia para reformar convenientemente nuestro presente.

Carta abierta a D. Mariano Rajoy

Sr. Rajoy, pienso que son muchos los españoles que recordamos las difíciles circunstancias que concurrían, Diciembre del 2011, cuando su partido obtuvo la mayoría y fue nombrado Presidente del Gobierno. Yo diría que fue la primera vez que la mayoría de los votantes al PP lo hicieron no sólo por considerar ser el mal menor, si no también como un rayo de esperanza, ante la lamentable gobernanza de los 36 años que había tenido España desde la muerte de Franco.
Inicia su legislatura con un 22.9% de paro y un déficit del 9% del PIB, con no sólo una inestabilidad política si no además con partidos antisistema pujantes, con 17 autonomías muy costosas y crecidas en su poder (entre ellas la vasca y la catalana con su particular problemática), con una nación que ha sufrido un persistente desarme patriótico, moral y religioso, una extendida y descomunal corrupción y todo ello defendiendo y manteniendo una pérfida y muy destructiva mentira histórica. Nada parecido a la España que recibió Adolfo Suárez, pero eso sí, ¡aquella no era democrática! (el lograr que lo fuera parece supuso un «enorme sacrificio», no se sabe de quién)
Pues bien, Sr. Rajoy, ha decepcionado a todos los que le votaron como un rayo de esperanza que supondría un cambio radical a la política del Sr. Zapatero. La primera sorpresa que deparó a sus ingenuos votantes fue el mantener todas esas aberrantes leyes que desde la oposición trató sin éxito que no progresaran; Ley del aborto, la mal llamada Ley de Memoria Histórica, etc. Su único objetivo, insisto único, fue el que España no fuese intervenida por la UE y lo consiguió, no sé si a un alto costo o no pero lo consiguió, lo que indudablemente fue muy positivo para España. Da la sensación de que con ello, unido a su política económica, justifica plena y satisfactoriamente su actuación como jefe del gobierno.
Lamento Sr. Rajoy decirle que salvo en lo económico, ha gobernado con las mismas leyes y las mismas fobias que el Sr. Zapatero y que con su pasividad y tolerancia se han recrudecido impunemente y con mayor fuerza las ofensas y ataques a la religión católica, a la bandera, al Rey y a la Monarquía, el Congreso se ha convertido en un vergonzoso espectáculo por lo que se ve y por lo que se oye, la libertad de expresión nos ha llevado a tolerar lo intolerable, la persecución a todo lo que parece defender o ensalzar a España al grito de fascista es enjuiciado y castigado, la corrupción ha infectado el país a todos los niveles, incluido su propio partido y España sigue cabalgando desbocadamente sobre la mentira.
El tema catalán merece capítulo aparte. ¿Se da Vd. cuenta del daño que ha hecho a España permitiendo que Cataluña se considere capaz de independizarse?.¿Es Vd. consciente del desastre de su gestión para frenar esta rebelión y del ridículo que por ello ha sufrido y sufre España a nivel internacional?
Sr. Rajoy, a la vista de los hechos yo me pregunto si es Vd. español o mejor dicho si se siente español. Yo nunca le oigo hablar de España y no digamos dar un viva España, aunque fuera sin la emoción que sentimos muchos españoles al dar ese grito.
En cambio sí sé que es Vd. un buen orador, un buen parlamentario y sobre todo un entusiasta demócrata, eso lo sabe todo el mundo pues no para de pregonarlo y a mí me parece muy bien, pero hay que ser consciente de que la democracia es un sistema y que también lo es el sistema métrico decimal y que por el sistema métrico decimal nadie ha dado la vida* y que por el contrario por España son muchos los que la han dado.
Me permito decirle que para gobernar una nación y no digamos a España hay que sentirla, hay que amarla y anteponer a todo sus intereses y su defensa.
Para su tranquilidad sepa que muchos, muchísimos de esos españoles que han llenado las calles ondeando banderas ante una situación de peligro de su patria, son la garantía de que, a pesar de su ineptitud, España siempre será una. Ellos sienten a la Madre Patria en su corazón.
¡Aquí no ha pasado nada!

¿Habrá alguien en España que se sorprenda de la bajada de telón, -y de pantalones- con que se cierra el penúltimo acto de la farsa político-judicial que ha rodeado la nada “simbólica” proclamación de la República independiente de Cataluña?
Como es sabido -porque así lo han manifestado públicamente- el Gobierno presidido por el Sr. Rajoy y muchos de los medios que le son afines, han acogido con gozoso beneplácito el hipócrita “mea culpa” y la súbita “adhesión constitucional, con que la expresidenta del Parlament catalán se ha burlado de la Justicia y ha evitado su confinamiento en prisión.
Pero, a quienes consideramos la Historia como madre y maestra de los pueblos, las declaraciones de la señora Forcadell nos ha recordado inmediatamente aquella popular frase final del manifiesto con que Fernando VII inauguró en marzo de 1820 su trienio liberal: “Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional”. Lo que no impidió que tres años después, el Rey felón patrocinase la nueva invasión francesa de » Los Cien Mil hijos de San Luís « con los que reinstauró el último decenio absolutista de su reinado. ¡Tres años!

Justo los mismos que transcurrieron entre la mañana del 14 de abril de 1931, -en que el líder separatista Francesc Maciá proclamó en Barcelona la República y el Estat Catalá integrant de la Federació Ibérica”- y el 6 de octubre de 1934, día en que Companys, presidente de la Generalidad, igual que Puigdemón, volvió a proclamar el Estado catalán, en los mismos términos que lo hiciera Maciá.

Dada la celeridad con que transcurren los acontecimientos en nuestro tiempo, es seguro que no habrá que esperar tres años para que la señora Forcadell, los señores Puigdemón, Juncadellas, Mas y sus numerosos secuaces vuelvan a urdir la enésima proclamación de la “República independiente de Cataluña.
De hecho, el Presidente Rajoy y sus fieles ministros, se lo han puesto muy fácil con la tardía, fugaz e ineficaz aplicación del artículo 155 de la Constitución, seguida de la acelerada convocatoria de elecciones autonómicas a celebrar el día 21 de Diciembre. En ella, como está previsto y pactado, participarán todos los partidos políticos, incluidos los secesionistas, cuyos dirigentes, desde el ex – viepresidente Oriol Juncadellas hasta el propio Puigdemón podrán encabezar sus listas si, como es probable, siguen el estimulante ejemplo de la señora Forcadell.
Ya lo sugirió el portavoz gubernamental, ministro de Cultura y “variedades”, señor Méndez Vigo, cuando afirmó ante las cámaras televisivas que “el Gobierno vería con agrado” la participación de Puigdemón en los comicios.
Es decir: que después de tanto ruido interior e internac ional, el Gobierno ha resuelto por sí y para todos: “borrón y cuenta nueva”, porque, al parecer:
¡AQUÍ NO HA PASADO NADA!. pues, ¡QUÉ BIEN!.
El Santo y Seña

Hay palabras que, bien conocidas, posibilitan el acceso a los lugares restringidos, cuando el centinela nos las demande. Para tener acceso a las mismas, dos factores son imprescindibles: tener memoria para interiorizarlas, no dejar en el olvido su mención cuando nos fuesen requeridas, y ser personas consideradas idóneas, para devenir poseedores de la palabra mágica, por sus efectos de dejar el paso franco a nuestra intención de arribada al lugar de destino deseado y cierto.
Una palabra de esta naturaleza es la que sirve de cabecera a la publicación que hoy se inicia, en unos momentos difíciles y cruciales de la Historia de España: “AFÁN”, vocablo que tiene connotaciones latinas, donde el término “afán” derivaba de la voz “Anxietas”, que tenía en el vocabulario clásico romano un abanico de significados, todos ellos conexos y consecuentes, que se adaptan, de forma plena y ajustada, a la circunstancias actuales. Era una expresión lanzada para significar angustia o congoja, que iba aparejada con la correspondiente inquietud, por lo que había que estar solícitos y poner esmero y cuidado para afrontar la aflicción y el desasosiego anquilosado circundante, que era motivo de dar una respuesta o discusión exacta y rigurosa, que eso era lo que se matizaba con la expresión “anxietas disputationis”, cuando la confusión cegaba el discernimiento de los interlocutores.
En nuestros días la palabra “afán” quiere manifestar el trabajo excesivo y recio, el vehemente anhelo puesto en el empeño para salir de un atolladero y conseguir salir victorioso, alcanzar el objetivo propuesto, por la vía seca del esfuerzo decidido e ilusionante.
Como rótulo de órganos de prensa y comunicación, no ha estado la denominación “Afán” ajena en los momentos de singular preocupación y, en general, vinculada a reivindicaciones sociales. Entre los medios de difusión, periódicos y revistas, que han utilizado dicha identidad, la hallamos en Palencia, que con tal denominación se publicaba, el día 8 de noviembre de 1936, el primer ejemplar de un semanario, que el al año siguiente se añadiría el subtítulo de “Semanario de Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S.”; o el semanario de Badajoz, de idéntico nombre, del que se llegaron a editar 179 números, en el diapasón temporal que abarca desde el 5 de julio de 1937, hasta su cierre el 9 de diciembre de 1940, ambos semanarios de ámbito provincial, lanzados en plena contienda bélica.

Pero tal vez la publicación de mayor relieve, bautizada como “Afán”, fue el semanario de divulgación social, orientado hacia los trabajadores, que se dilató, desde 1944 hasta 1957, año en el que alcanzaba ya los 704 ejemplares, editados de forma correlativa y sucesiva, que tuvo sus oficinas en la Plaza de las Cortes número, 3 de la capital de España, distinguiéndose, como director del semanario, Víctor de la Serna, hijo de la célebre escritora cántabra Concha Espina. Por cierto, que durante la década de los años cincuenta del siglo XX, colaboró en “Afán”, esporádicamente, el jefe rexista belga, León Degrelle, a quien se extendió, el 19 de enero de 1950, un carné acreditativo de periodista, en el que figuraba el nombre supuesto de “Juan Sanchís Dupré”, por estar su poseedor en una alambicada situación de exiliado y perseguido político.
Muchos años más tarde, desde 1989 hasta 1991, “Afán” se tildaría al Órgano de Falange Española de las J.O.N.S. en Tarragona, del que se llegaron a lanzar, al menos, 22 ejemplares.
Hoy surge, como reto y desafío, presto para el debate, entre la llamada de toque de la responsabilidad, con espíritu de superación y elevación, con renovado impulso de claridad mediática, el periódico “Afán”, que abre sus páginas con ansias de amor a España y voluntad de servicio.
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Edición y maquetación.