Muchos de los peregrinos argumentos que esgrimen los detractores del Valle de los Caídos en contra de ese monumento a la reconciliación entre los españoles erigido en el corazón de la serranía madrileña. Esta especie de leyenda negra es por desgracia bien conocida propagada sin control de boca en boca y, desde luego no soportada ni avalada desde el punto de vista documental. Cuestiones tan recurrentes como los famosos “presos políticos”, el número de muertes a consecuencia de accidente laboral, etc.
Aunque éstos son tradicionalmente los argumentos “estrella” que esgrimen los detractores del Valle, (junto con el del enterramiento en esa Basílica de Francisco franco), hoy traemos aquí, el mito quizá menos utilizado y por tanto el más desconocido entre los que conforman esa leyenda negra.
Nos referimos al tema de la financiación del monumento y la ingente cantidad de dinero que , siempre supuestamente, se destino a la construcción de tan grandioso conjunto monumental.
El decreto fundacional del monumento, que daba inicio oficial a las obras, decreto de fecha 01 de abril de 1940, disponía que “los gastos que origine la compra del lugar y la realización de proyectos serán con cargo a la suscripción nacional, que quedará en la parte que corresponda sujeta a ese fin”.
Pero, ¿a qué se refiere el decreto con eso de “suscripción nacional”?
Durante el devenir de la guerra civil, el ejercito nacional comenzó a recibir donativos de todo tipo y cuantía, procedentes de españoles, muchos de ellos en el exilio, de extranjeros y de entidades tanto españolas como extranjeras, para el sostenimiento del ejército nacional, “para el sostenimiento de los soldados del ejército de los de Dios”, como especificaba uno de los donantes. Alguno de los donantes realizaba sus aportaciones -la mayoría de ellas dirigidas personalmente a Franco en su cuartel general de Burgos- de modo conscientemente anónimo, sin embargo, éstos representaban una minoría, puesto que la mayoría de esas donaciones eran entregadas identificando claramente y sin tapujos al donante. En el magnífico archivo existente en el Palacio Real de Madrid, se conserva un fondo denominado “Casa Civil de Franco”, en el que podemos consultar la basta documentación concerniente a estas donaciones. En este fondo documental encontramos verdaderas joyas, de las cuales traemos aquí dos de ellas, verdaderos documentos y hasta dónde puede llegar a entender quien escribe éstas líneas, documentos inéditos hasta este momento. Nos referimos a las donaciones efectuadas por la Reina Victoria Eugenia de Battenberg sin costar fecha del hecho, y de su hijo Juan de Borbón en febrero de 1939:
Victoria Eugenia de Battenberg. 70 libras esterlinas a la División de Caballería del Ejercito Nacional. El General Franco ordena se le pregunte al General Jefe de la División de Caballería, D. José Monasterio si “sabe el motivo que impulsó a la señora donante del mismo de hacer ese pequeño donativo para tanta gente”, (escrito de 18 de diciembre de 1938). El general Monasterio responde en escrito de fecha 11 de enero de 1939, diciendo: “La Reina Victoria Eugenia era coronel honorario del regimiento de su nombre y durante la monarquía enviaba siempre un aguinaldo a sus soldados. Este año ha preguntado por su regimiento y al decirle que había caído en zona roja, decidió hacer el donativo a la compañía de caballería. Eso es todo”
Juan de Borbón y Battenberg. Infante de España. Dona 1000 libras esterlinas con la especial indicación que desea sean destinadas a las compras de prótesis para los soldados mutilados. Desde el cuartel general de Franco, se acepta dicha donación y se comunica que se agradecerá por carta al donante y se le advierte que no se le dará más publicidad a esta donación que a otras análogas y “también muy generosas”. 15/02/1939
(Archivo General de Palacio. Fondo Casa Civil Francisco Franco)
Al finalizar la contienda, el General Franco, comenzó a atender los miles de peticiones de auxilio económico -alguna de ellas verdaderamente desgarradoras- que se empezaron a recibir en el mismo cuartel general de Burgos. Lo que no hubo de emplearse en el sostenimiento del ejercito vencedor, se comenzó a utilizar en el auxilio de quien más lo necesitaba entre la población civil.
Pero volvemos al Valle de los Caídos. El Consejo de Obras del Monumento Nacional a los Caídos, creado por decreto en Julio de 1941 y que iba a controlar, gestionar y organizar todo lo relacionado con una obra de esas dimensiones, como era la del Valle, recibió y administró, procedente del sobrante de la suscripción nacional, una cantidad cercana a los 236 millones de pesetas, desde 1940 a 1952. Con esa nada desdeñable cantidad, se pudo construir el primer monasterio, (lo que hoy es hospedería), las carreteras de acceso al complejo y las auxiliares, y se pudo horadar el Risco de la Nava, para abrir paso a lo que sería la futura Basílica de Cuelgamuros.
En 1952 – como ya hemos dicho- el importe de la suscripción nacional terminó agotándose. EL Consejo de Obras puso en “conocimiento” de la superioridad” la circunstancia expresando su temor ante una paralización de las obras, dada la apurada situación económica. De hecho – y está recogido en acta de reunión del Consejo, de fecha 24 de julio de 1952, se solicita al Ministerio de Hacienda el ingreso de 30 millones de pesetas en la cuenta del consejo para atenciones de las obras.
La solución vino dada por un acuerdo ministerial por el que se cedió al Consejo de Obras “el producto del sorteo de la lotería nacional a celebrar el 5 de mayo”. Este sorteo tenía carácter de extraordinario y destinado únicamente al fin para el que se creó. Esta fórmula de financiación fue utilizada ya en 1928 para la construcción de la Ciudad Universitaria de Madrid, en lo que por entonces se denominada Universidad Central y hoy en día es la Universidad Complutense de Madrid.
Los beneficios de este sorteo extraordinario de los años 1953 a 1958, ambos inclusive, fueron destinados al Monumento Nacional a los Caídos y aportó cada uno de éstos 6 años una cantidad aproximada a los 36 millones de pesetas cada uno de ellos. También hay que tener en cuenta los numerosos donativos aportados por un significativo número de particulares, alguno de ellos de cuantía importante para la construcción del Valle.
En definitiva, creemos que resulta absolutamente claro, demostrado y acreditado que el Valle de los Caídos financió su construcción sin crear quebranto alguno al erario público español, ya que éste tan sólo anticipo, primeros las cantidades de la suscripción nacional -tantas veces mencionadas en este texto, y posteriormente facilitó al Consejo de Obras los beneficios resultantes de los sorteos extraordinarios de la lotería nacional.
Tomen nota historiadores, investigadores e “hispanistas”. La verdad está ahí, tan sólo hay que tener interés en conocerla.