Ángel María Pascual nació en Pamplona en 1911. El joven Ángel María será un verdadero portador de dones intelectuales. Cursó la licenciatura de Derecho y se doctoró en Filosofía y letras, aunque su sueño fue la arquitectura, de donde le quedó su afición al dibujo, a los que añadió el magisterio y la carrera de piano. Su amor por las lenguas, le hizo dominar el inglés, francés, griego, latín y el euskera. Sus ansias de saber le llevaron a leer y conocer diversas ramas del saber, especialmente del campo de las humanidades. De la mano de D. Fermín, en 1925 inició sus colaboraciones en el Diario de Navarra en las secciones «Cymbalum Mundi» y «Tijerefonemas». Pero de 1931 a 1937 publicaría en su propia sección “Silva curiosa de historias”, recientemente recopiladas y publicadas. Fue uno de los primeros afiliados a Falange de las JONS, y cuando en el inicio de la guerra, Fermín Yzurdiaga emprendió la expansión cultural, participó con gran peso en ella. Con respecto a Arriba España fue su director y después redactor jefe, donde cuidaba su aspecto gráfico, él dibujaba sus ilustraciones que acompañaban sus escritos, y también las de D. Fermín; la disposición tipográfica y el diseño. Sus artículos políticos fueron de una inusitada dureza contra el caciquismo, el señoritismo, y el provincianismo. En cuanto a Jerarquía, fue su editor y principal corrector de estilo. Su talento periodístico se demostraría en infinidad de colaboraciones en otros medios de prensa, como fueron El Español, Juventud, la Estafeta literaria, Vida vasca, Vértice, Santo y Seña y La Voz de España, este último de Santiago de Chile.

En cuanto a su actividad como militante político, ocupó los cargos de delegado provincial de Ecuación Nacional de Navarra. Jefe provincial del Sindicato del Papel, Prensa y Artes Gráficas, presidente de la Asociación de la Prensa de Pamplona, director de la Hoja del lunes”, y concejal y teniente de alcalde del ayuntamiento de Pamplona. Los conocimientos de la ciudad, por su labor municipal, le sirvieron para inspirarle las bellas crónicas que después realizaba sobre nuestra querida ciudad, embelleciéndola describiendo los hechos más irrelevantes y corrientes. Pero aquel prodigio de talento morirá el 1 de mayo de 1947, dejando huérfanas las letras navarras, y un gran hueco en las españolas.

Ángel María Pascual en su obra tiene la influencia orsiana procedente del catar de Fermín Yzurdiaga, también orsiano, y del contacto personal con él propio Eugenio D ́Ors refugiado en San Sebastián, y a quien traerá a la ciudad del Arga, y que pronto se sumará al proyecto cultural de los dos jóvenes navarros. Siguiendo sus palabras, expresadas en una entrevista en la revista La Estafeta Literaria (número 25, abril de 1945: “Yo veo la literatura a través de los oficios humildes y gloriosos de la tipografía y del periodismo que imprimen su carácter artesano, violento, ofensivo, actual y tendencioso a todo lo que sus siervos podamos lanzar por otros caminos de las letras”

Su obra de extraordinaria calidad, pero corta, por su temprana muerte fue en su mayor parte recopilada y publicada después de su fallecimiento. Destacamos de su obra publicada la siguiente: Amadís (Madrid. 1943) obra de ficción que recrea la aparición del caballero legendario en la España de la guerra, conviviendo con la corte intelectual del momento; Don Tritonel de España (Madrid, 1944) es una expresión con mayor contenido militante, al expresar el ideal caballeresco, servicio de milicia, entrega a Dios y la nostalgia de una España mejor. Póstumamente aparecieron Capital de tercer orden (Pamplona, 1947) es su respuesta contra la rutina provinciana; Catilina, una ficha política (Madrid, 1948) representa la lucha de un hombre contra el poder caduco y podrido; San Jorge o la política del dragón (Madrid, 1949), su traducción del tratado de Dante De Monarchia (Madrid, 1947), la recopilación de sus Glosas a la ciudad (Pamplona. 1963) y la de Silva Curiosa de Historias (Pamplona, 1987) resultan una crónica de los diferentes sitios y perfiles humanos que poblaron la villa desde el siglo XVI.

En España la ocasión tuvo lugar cuando la caída de la dictadura de Miguel Primo de Rivera dio entrada a la II República. El primer bienio ayudó a cimentar una república de tipo laico, muy agresiva contra la Iglesia, por ausencia de una derecha relevante en el parlamento. La necesidad de crear un discurso ideológico alternativo que sirviese de caldo nutricio para una organización derechista, creo la ocasión de fundar un laboratorio de ideas similar a lo que había sido Acción Francesa en el país vecino.

Charles Maurras había formado una asociación, una revista y una editorial que se habían convertido en un laboratorio de ideas que ganaba adeptos por toda Europa y América Hispana. De esta forma, Acción Española se inspiró en Jaime Balmes, Juan Donoso Cortés, Marcelino Menéndez Pelayo, Juan Vázquez de Mella y los escritores neocatólicos del XIX, buscando un discurso dialéctico enraizado con las enseñanzas surgidas de la tradición española y a su vez eludiendo la influencia metafísica del tradicionalismo galo. En esta empresa, Eugenio Vegas Latapié, Ramiro de Maeztu y el marqués de Quintanar formaron la triada dirigente.

Acción Española sirvió como aglutinante de los diferentes sectores ideológicos de la derecha española y consiguió la reunión de un prestigioso equipo de intelectuales, que con sus conferencias, cursillos, artículos y libros pudieron dotar a una generación de estudiantes y universitarios españoles de una argumentación ideológica antirrepublicana. Las ideas que los miembros de Acción Española propugnaban eran una conexión del presente con el pasado imperial. España estaba en decadencia desde la asimilación de los presupuestos ideológicos liberales y debía recobrar la conciencia política de su pasado histórico dotándose de un régimen coherente con él. Este nuevo Estado debía ser heredero de aquel que los Reyes Católicos construyeron como base del futuro imperio español, y respetuoso con los fueros y derechos de las personalidades históricas formantes del reino, elemento integrador de la nación española.

La discusión ideológica se centró en rebatir todas las ideas procedentes de la Revolución Francesa, considerando a 1789. Sobre todo Rousseau era el filósofo más criticado y su concepción del hombre y de la sociedad desmontada con los argumentos proporcionados por el neotomismo de la escuela de Lovaina.

Los hombres de Acción Española eran nacionalistas y fervorosos católicos, y como tales identificaron ambos términos, llegando a considerar sinónimo de buen español al creyente católico, del mismo modo, el republicano fue considerado izquierdista y anticlerical. La religión había sido el engarce unificador de los diferentes pueblos de España y la desaparición de esta cualidad del catolicismo español podía representar el inicio de la disgregación de la nación entre sus fuerzas centrífugas. A partir de julio de 1936, la posibilidad de instaurar el modelo orgánico del Estado Nuevo de Víctor Pradera, y la proyección exterior de la Hispanidad defendida por Ramiro de Maeztu en la Defensa de la Hispanidad, se hará posible con el triunfo del bando nacional durante la Guerra Civil. La revista de Acción Española tendrá dos suscriptores de relieve, el cardenal Gomá y el general Franco.

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