Rostroazul

Para entender los sucesos acaecidos en Asturias en el 718 d.c., donde los ejércitos Islámicos que invadían la península, sufrieron su primer revés en la montaña de Covadonga, y se produjo con ello el nacimiento de un pequeño reino  disidente, que a la postre reconquistaría la nación, para el cristianismo, se hace necesario precisar el motivo del colapso de la monarquía visigoda y de la sociedad medieval hispanorromana, que con un número bajísimo de habitantes ( se calculan alrededor de cuatro millones) poblaban escasamente el extenso territorio peninsular.

Los Visigodos habían entrado en la Galia (Francia) procedentes de Germania tras el “foedus” del 481 d.C., un pacto de establecimiento, en el que se les permitía vivir independientes en el interior del imperio romano, pero al servicio de Roma y sin adquirir la ciudadanía romana. Establecieron su capital en Tolosa (Francia), ocupando un espacio en plena campiña meridional francesa y las dos zonas al norte y al sur de los pirineos hasta el Ebro. La zona era muy codiciada por sus vecinos del norte, Los Francos al ser tierra rica en trigo.

Al resto de Hispania, de la frontera digamos del Ebro hacia el sur y oeste, habían acudido a establecerse tribus menores de bárbaros, como Alanos, Suevos y Vándalos, quedando aun el sureste peninsular entre Valencia y Cádiz, bajo la obediencia administrativa al Imperio romano de oriente (Constantinopla).

La guerra entre Francos y Visigodos estalló en Francia y los Francos con su rey Clodoveo I se enfrentaron a Alarico II, el Caudillo visigodo, en los campos de Vouillé a 15 km de Poitiers, sobre la primavera del años 507 d.C. en una feroz batalla donde Clodoveo se cobró personalmente la vida de Alarico, y los visigodos fueron literalmente masacrados, tanto que pudieron cruzar los pirineos y ponerse a salvo en Hispania solo gracias a la intervención en última instancia de sus parientes y aliados, los Ostrogodos.

El remanente visigodo al mando de Amalarico hijo Alarico, ocupó entonces el valle del Ebro y con sus filas muy mermadas (se calcula eran unos 100.000) hubieron de empezar una guerra con las demás tribus peninsulares, hasta la unificación del reino con capital en Toledo, que llevó medio siglo.

La nueva capital la situaron en Toledo y aunque no se tiene constancia del momento exacto, se cree que fue durante el reinado de Atanagildo (555-567). La conversión del rey Recaredo en el 589 al catolicismo, abandonando la fe cristiana arriana, divide su historia de la monarquía viisigoda en dos grandes períodos con el reinado de Recaredo (586-601) como nexo: 1.- el Reino visigodo arriano (507-589) y el Reino visigodo católico (589-711). La invasión musulmana de la península ibérica, desencadenada a partir de la batalla de Guadalete en 711, puso fin al Reino visigodo de Toledo.

La monarquía visigoda tenía un doble problema. Por una parte, la desproporción de población entre invasores e invadidos. Al rededor de solo unos 300.000 entre todas las tribus germánicas ya unificadas y unos 4 millones los hispanoromanos autóctonos.

Por otra parte, la mudanza de arrianismo al catolicismo, generó una influencia decisiva de la iglesia romana en las elecciones de los reyes visigodos, pues era esta una monarquía electiva. Parte de la nobleza visigoda veía con desconfianza que el poder recayera en quienes tuvieran el mayor apoyo de la iglesia en vez de la nobleza local. 

Otro factor importante para la caída visigoda, fue la grave crisis demográfica del reino, que en los últimos veinticinco años había perdido más de un tercio de su población. Esto fue debido a las epidemias de peste y los años de sequía y hambre de finales del siglo VII, especialmente durante el reinado de Ervigio, y que se repitieron también con gran dureza bajo el de Witiza, el antecesor de Rodrigo.

Así llegamos al último Rey visigodo Rodericus (Rodrigo) que tenía enemigos en el interior, los witizianos hijos y hermanos del anterior rey Witiza; una población escasa y perteneciente a otra cultura y un enemigo temible, que hacía de la religión el arte de la guerra y había conquistado para el Califato de Damasco todo el norte de África y aspiraba a conquistar Europa.

Los conquistadores musulmanes también contaban con el apoyo de parte de la población judía, muy numerosa en la Bética y oprimidos fiscalmente por los monarcas Visigodos.

Todo se conjuró para derribar al Rey Rodrigo, imagino que, hasta satanás príncipe de este mundo, estaría intrigando en la posibilidad de borrar a España para la causa de Jesucristo.

Para la derrota del Rey Rodrigo, quien tenía a Pelagicus (Pelayo) a unos de sus Espatarios, vamos a seguir la fuente más solvente, la de Claudio Sanchez Albornoz, el hombre que más ha estudiado y debatido sobre los lazos esenciales entre el fin del Reino Visigodo y el Origen del Reino Astur, en su formidable libro, «los Orígenes de la nación española. Estudios críticos sobre la Historia del reino de Asturias. Oviedo, tomo I: 1972». 

Para mí, es Sanchez Albornoz  quien más se acerca a la verdad, tras haber leído todas las hipótesis populistas, de la nueva era de autores formados en las universidades progres del tardofranquismo, empeñados en hacer de la monarquía asturiana, un santo y seña del nacionalismo asturiano, con un Pelayo lugareño, pueblerino, hablando bable y casi si me apuran, de la UGT, pero que curiosamente, tenía un hermana de nombre visigodo, “Ermesinda”  que era la tradución hispánica  del sustantivo «Hermesintha» como el caso de “Gosuinda” que era «Goswintha» esposa de Leovigildo o Clodosinda que era «Clodosintha» esposa de Recaredo.  Y sostienen que “Gaudiosa” (mujer de Pelayo) es un nombre desconocido y seguramente astur, cuando lo lógico es que significaría hija de Gaudis, que era un típico nombre godo como Teudis o Laudis. Todo ello corroborado porque Don Pelayo a su primogénito le puso   Favfila o Favila, un incuestionable nombre visigodo, pues así se llamaba un hijo de Chindesvinto. Es decir, ¿Por qué iba a aparecer en Asturias, de repente, una monarquía cuajada de nombres al uso de la fracasada monarquía visigoda? …. ¿qué le debían los astures a los visigodos? Cuando además, había sido una zona de ocupación de otra tribu… “los suevos”.

Pelayo era Visigodo, porque su hermana tenía un nombre visigodo, y a su hijo heredero, por lógica le pusieron un nombre visigodo, y eran además católicos devotos, religión de bajísima implantación en la Asturias prerrománica, organizando su pequeño reino como un asentamiento cuajado de templos y representaciones católicas a imitación de su perdido reino toledano. Un reino que tenía el catolicismo y a la iglesia como santo y seña, no podía ser la imagen de un reino autóctono como nos quieren vender ahora, porque los astures eran un pueblo escasamente cristianizado y la rebelión de Covadonga, no dió ni siquiera para atraer a su lado en un principio a toda la población astur, ni para implantarse territorialmente en toda Asturias, como veremos más adelante.

Pero hablemos del epitafio del monarca Visigodo.

De acuerdo con las fuentes disponibles, el caudillo Omeya Táriq estaba bajo las órdenes de Musa ibn Nusair, gobernador del norte de África, cruzó el estrecho en connivencia con el conde de Ceuta don Julián, gobernador y vasallo de don Rodrigo pero con lazos de fidelidad con el anterior rey Witiza. Y que perseguía reponer en el trono a la nobleza Witiziana.

Mientras todo esto acontecía, el rey Rodrigo se encontraba en el norte de la península ibérica combatiendo a los vascones en Pamplona. La noticia le tardó en llegar dos o tres semanas. La crisis que padecía el reino visigodo en aquellos fatídicos momentos, limitaron considerablemente el margen de maniobra de Rodrigo a la hora de reclutar un ejército con el que hacer frente a la invasión, viéndose obligado a aceptar la interesada ayuda de los witizanos, cuya traición desconocía. Tal como fuere, solo pudo organizar precipitadamente un pequeño ejercito cuyas estimaciones modernas fijan en 2000 0 3000 hombre cuando el ejército de Tariq alcanzaría los 6000, que eran más o menos el tamaño con que operaban las “razias” Islamicas en sus conquistas.

Ambas fuerzas chocaron junto al río Guadalete. en abril del 711.  Rodrigo comandaba el centro del ejército, mientras que las alas habían sido encomendadas a Sisberto y Oppa, hermano e hijo de Witiza. Rodrigo resistió con sus tropas frente a Tariq en el centro de la formación, pero los witizianos desertaron de los flancos en pleno combate, lo que provocó la desbandada y derrota del resto del ejército. Como prueba indudable de la existencia de la traición, Sánchez Albornoz cita, entre otros, a Ibn al Qutiya, descendiente de Sara, nieta de Witiza, quien exalta orgulloso el que gracias a la intervención de sus abuelos el Islam hubiese penetrado en tierras del al-Ándalus.

El Rey se retiró herido con un grupo de guerreros entre los que se encontraba su espartario  Pelayo. Iban hacia el norte, hostigados por los Islamicos hasta que estos cesaron su persecución. El Rey no podía más y gravemente enfermo reunió a su séquito.

Pelayo ¡¡¡¡…. le dijo a su espartario, tu huida ha de ser al norte, allí hay algunos nobles de nuestro ejército que os seguirán a donde vayáis. Toledo esta indefenso y los caldeos ya la habrán ocupado.  Refugiate en el norte,… allí los caldeos tardarán en llegar y os darán cobijo. Yo no puedo más.

A los dos días fallecía el Rey en Viseo (Portugal). Alli esta su tumba, de la que habla la Crónica de Alfonso III Rey de Asturias.  Los Visigodos llegaron a Asturias y Pelayo y su séquito se apostaron en Gijón, donde seguiremos sus pasos en el capítulos siguiente.

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