Y en ese día a día, desde hace meses, en que se va desguazando “esa cosa inmensa e indestructible que llamamos España” (Víctor de la Serna y Espina, dixit), llega un soplo de aire puro: ¡VOX irrumpe en Andalucía! Y es en Andalucía donde se alza por un lado la histeria, el pánico a perder el pesebre, (hasta los cocineros de la Presidenta son personas de confianza), el terror de esa muchedumbre de gerifaltes y vividores, a no poder seguir disfrutando de un arca abierta (repleta de ese dinero que “no es de nadie”) y, por otro, la Andalucía que ve la liberación, la luz tras décadas de humillación.
Pocos días antes de estas elecciones en Andalucía se producía un hecho, que afecta precisamente, de forma directa, a esos lares y que lamentablemente ha pasado, sin pena ni gloria, a pesar de ser de enorme importancia para España. Me refiero a la vergonzosa claudicación del gobierno de España ante el Reino Unido, en el tema Gibraltar, con motivo de la oportunidad que nos brinda el Brexit. Tenía que ser nuevamente un gobierno socialista (no olvidemos que es Felipe González, el que abre la verja de Gibraltar el 14 de Diciembre de 1982, a las dos semanas de ser nombrado Jefe de Gobierno), el que niega la oportunidad a España de quitarse una espina que lleva clavada trescientos años. Pero conviene que sepan que aunque ellos entregan lo que no es suyo, España nunca renunciará a la soberanía de Gibraltar y que llegará el día en que en el Peñón ondee la bandera roja y gualda y deje de ser la cueva de Alí Babá.
Penas una semana después del venturoso 2 D, el mundo de la política celebraba alborozada el 40 aniversario de la Constitución. Y nuevamente me siento un ser extraño -entre mi propia gente, en la tierra en que he nacido y vivido- ante un derroche de alabanzas por un lado y de críticas por otro. ¿Cómo es posible que se celebren actos conmemorando las bondades de la Constitución y los logros alcanzados en los últimos 40 años y simultáneamente se esté atacando y difamando a Franco y a su obra? ¿Cómo es posible la negación de lo evidente?
Y como broche final llegamos al 21 D. Barcelona: Cumbre de Torra y Sánchez (de igual a igual); Consejo de Ministros de España (generosidad económica a costa del déficit, dignificación de personajes de triste recuerdo… ); ocupación de la calle por CDR (con la debida protección de los mossos…). Bochornoso entreguismo, indignidad, humillación.
Con este mes de Diciembre cerramos, sin lugar a dudas, el peor año para España desde aquel, nefasto por un lado y glorioso por otro, de 1936. Desde que tengo uso de razón, en mí ya larga vida, nunca había visto a España tan herida, tan deshonrada, como en estos tiempos.

Pero no nos engañemos, el desmantelamiento de esa España Una, Grande y Libre, se inicia de forma precipitada a la muerte del Caudillo, con la obsesión de ofrecer al pueblo español algo distinto, “novedoso”, un sistema político mucho más moderno, semejante al que disfrutaban nuestros países vecinos; una democracia parlamentaria, liberal, partitocrática y plurisindicalista. Se inicia el acoso y derribo del Estado del 18 de Julio y el nuevo sistema político no sólo da entrada, sino que enaltece a asesinos, como Carrillo, al mismo tiempo que reconoce, como gran logro político, doctrinas y partidos que habían sido desterrados durante décadas (liberalismo, socialismo, comunismo, etc.) por haber demostrado ser nefastas para España. Ya se ha sembrado la cizaña que no tarda en dar sus frutos. Al grito de “libertad”, surge la pornografía, la lucha de clases con sus huelgas salvajes, la posibilidad de ofender al Rey, a la bandera o a lo que sea, se levanta la veda a la corrupción, … ¡España ha recuperado la libertad!
A cambio se han perdido, digamos cosas sin importancia, como la seguridad ciudadana, la seguridad de empleo y en el empleo, la posibilidad del trabajador de ser propietario de su propia vivienda, que la juventud pueda casarse y tener hijos, que estos tengan una escolaridad garantizada… Poder vivir en paz y con el orgullo de ser español, lo que significaba pertenecer a la nación con la Historia más limpia y gloriosa del mundo y una de las pocas con plena soberanía.
Todo lo dicho se puede discutir y discrepar de ello; pero a las hemerotecas me remito, es decir a los hechos; todo lo demás son opiniones que carecen de valor.
Y aquí estamos, políticos de hoy y de ayer, unos en el poder arruinando y humillando a España y otros vanagloriándose de lo que en su día hicieron, en vez de reconocer su fracaso y tratar de que España recupere su fortaleza y su dignidad. Mi desprecio a todos ellos y mi fe en que los españoles, inasequibles al desaliento, recuperarán la España UNA, GRANDE Y LIBRE.