La llegada a la Presidencia del Gobierno de España de un fraudulento Doctor, fracasado político, indigente moral y ayuno en cultura, debido a un espurio y contra natura pacto partitocrático, de quienes quieren destruir la Nación y quebrar el Estado, viene avalado por la pereza mental, cobardía moral y dejación intelectual de una derecha desnortada y carente de rigor y coherencia ideológica y de principios. Ningún mérito contrajo Pedro Sánchez, ni siquiera fue avalado por la voluntad popular. No obstante gobierna, como todo sátrapa, para la historia y contra la historia.
De ahí su primera y primaria medida: exhumar (profanar) los restos de Francisco Franco, el héroe y conductor de la victoria frente a separatistas, terroristas, comunistas y socialistas, los mismos que, hoy, pretenden derrotar su cadáver, la historia, la iglesia, la Monarquía y a la media España que le secundó. Por eso no cabe la abstención, el fingir que no nos afecta. El Real Decreto 10/2018, de 24 de Agosto, convalidado por el Congreso de los Diputados mediante resolución de 13 de Septiembre, otorga a la impostura, el rencor, la vileza y la cobardía carta de naturaleza, en un pueblo que no merece ese gobierno, por muy democrático que pudiera ser. Porque ese poder ni con las urnas le legitimaría para borrar la historia, según la conveniencia política. El escupir sobre las tumbas de quienes defendieron la legalidad en 1934, y la libertad, vida y hacienda de los españoles, en 1936, frente al proceso revolucionario promovido por gente de la catadura moral e intelectual del actual inquilino de la Moncloa, y que pagaron con sus vidas y hacienda el destrozo provocado por una de las utopías mas degradantes del siglo XX, nunca sale gratis.
Al intentar la destrucción del Valle de los Caídos, se intenta destruir “el símbolo” de la reconciliación, paz y progreso de los españoles, bajo la admonición de la Cruz, que ello significa. Pero la historia no es una grotesca farsa como señalaba Fukuyama, pues el hombre enajenado de sí mismo, de su fe y de su naturaleza, no puede encontrarse como realidad sin la historia, sin saber de donde viene y a donde puede, o no, ir.
Un pueblo que no respeta su historia, sus símbolos, su himno, sus héroes, es un pueblo que deja de ser respetable y camina a su autodestrucción. No cabe decir, al mefistofélico, Sánchez: ¡Medítelo!. El pueblo Ruso no ha borrado a Stalin o a Lenin de su historia y eso que representa los mayores horrores y crímenes de su existencia, como pueblo. Visite Inglaterra y admirará, por igual, su historia, en efigies, calles, plazas y archivos desde Oliver Cromwell a Carlos I, o Churchill. En Francia lo mismo con Luis XIV; XV; y XVI, al lado de los jacobinos Danton, Robespierre, Marat y Saint Just; y todos hermanados en la historia con Napoleón Bonaparte. Y Francisco Franco, el menos dictador de todos ellos, nunca derrotado, que salva a España del totalitarismo y de la segunda Guerra Mundial, dejándonos un nivel de prosperidad y bienestar jamás conocido en España, ¿no merece reconocimiento publico del pueblo y nación a la que preservó en su destino y otorgó la modernidad?.
Los tiempos de infamia, Sr. Presidente, suelen acompañar a los de pobreza, zozobra, tribulaciones. Al menos convendría supiera que el derecho triunfó sobre la barbarie hace dos mil años. Con ese logro, en Roma, se proscribió “la memoria histórica” como forma de terminar con las “Damnatio Memoriae” que los emperadores Romanos dictaban para borrar toda señal o recuerdo de sus predecesores, a los que identificaban como enemigos del Estado. Vd, Sr. Presidente accidental, aunque ningún mérito conocido tenga para llegar a tanto, debería haber trabajado su Doctorado sobre lo que Ortega pensaba de la historia: “El hombre actual es el resultado de los anteriores y de sus ideas, no podemos decir que el mundo progresará hacia mejor, sólo podemos afirmar basándonos en la razón histórica cuando es o haya sido superado. Hay que apostar por el cambio continuo, sólo progresará quién no está vinculado a lo que ayer era, pero no basta sólo con eso, el progreso exige que esta nueva forma supere a la anterior y se acumule sobre ella”. El “no es esto” sonaría hoy con mas fuerza y virulencia frente a autoridades de ciclostil que a falta de proyecto de futuro, arrojan su incompetencia y complejo sobre el pasado.
Por ello, aunque no me sorprende, si me indigna, Sr. Presidente de la nada, sólo con la auctoritas de su inmerecido cargo, que haya impulsado el rencor contra quien no puede defenderse y, ya veremos, si la sociedad, conserva la dignidad y valor para defenderlo. Acredita, su comportamiento, la evidencia de ser la reedición de aquellos “botarates” y “loquinarios” de la II Republica que retrataba Azaña, solo capaces de una política “tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín sin ninguna idea alta”. Ha incorporado a la política la distinción que hacía Pío Baroja de los españoles: “los que no saben; los que odian el saber; los que triunfan sin saber” propio de quien hoy ocupa el bastón de mando del gobierno de España, deslegitimando, con su conducta, la democracia plural.
Francisco Franco, hace cuarenta y tres años que forma parte de la historia y del recuerdo imborrable del estado de obras de la mejor España. En la más grande historia real y constitutiva de la Nación española, ahora cedida a los abanderados del rencor, siempre estéril e improductivo. Esa pretensión de ofender un símbolo y una basílica católica de oración, paz y perdón, es el reflejo de hasta que punto, el odio, nubla la inteligencia y cercena el futuro colectivo.
La enseñanza de la historia, Sr. Presidente, describe la sociedad que habita el presente, y las luces y sombras que se adivinan en su futuro. Nadie debe impedir que se conozca la verdad de los hechos que comportaron esos símbolos, aunque quepan distintas interpretaciones de esos mismos hechos. No puede coexistir civilización, ley justa, orientada al bien común, estado de derecho y libertad de opinión y cátedra con la Ley 52/2007, mal llamada “Ley de Memoria Histórica”.
Sólo pretende vivir de la política, ya ha conseguido la gloria, sin mérito, ni valor alguno, consecuencia de una democracia degenerada y terminal que necesita falsificar la historia, reivindicar el odio, adoctrinar la cultura y modelar las mentes hasta obtener una masa borreguil de súbditos con las mínimas capacidades de raciocinio. Por ello sólo busca el adoctrinamiento de las masas, donde la osadía de la ignorancia y la vindicación violenta, sustituyan al rigor académico, la solidez argumental y el sereno análisis del estudioso.
Sólo decirle, que seremos beligerantes en despertar la conciencia de la sociedad e impedir la demonización de la mejor historia de España, la de aquellos hombres y mujeres que se enfrentaron y vencieron al totalitarismo de su época, que transformaron España y enriquecieron a su pueblo como jamás se había conocido en los últimos doscientos años, en tan sólo treinta y cinco. Esa realidad es imposible de manipular, de subvertir, y menos por quienes en idénticos años y con todo el apoyo financiero europeo, nos han devuelto a lo peor de nuestra historia: al sufrimiento, la desesperanza, la vulneración de la ley y la Constitución, la deconstrucción de España y la ausencia de proyecto común.
Deseo que su mandato sea efímero y el daño que su paso deje, no sea equiparable al rencor demostrado hacia los muertos a los que pretende deshonrar. No habrá futuro para quien no se conduce con la fuerza de la razón, sino con la razón de la fuerza. Quien le sacará de la nada sartriana, Presidente, accidental y nefasto?.