En el asalto al poder en España del nuevo gobierno títere socialista, sin respaldo popular, pero con la connivencia y el apoyo de los independentistas catalanes y vascos, enemigos endémicos de la unidad de España, de los comunistas recalcitrantes de toda la gama de mareas y similares de los residuos políticos de Podemos y de los acólitos del terrorismo etarra de la marca Bildu, fue designado por el “doctor cum fraude”, Pedro Sánchez, para ocupar la cartera de Asuntos Exteriores, a un tipo polémico, ambiguo y poco de fiar, con un pasado político turbio y lleno de máculas, al que la sabiduría popular, cuando se invoca su nombre, añade en voz baja una apostilla de sospecha y prevención: “Borrell, cuidado con él”.
José Borrell Fontelles, de 71 años de edad, reapareció súbitamente en la escena política española, al final de la oceánica manifestación, organizada en Barcelona por la Sociedad Civil Catalana, que tuvo lugar el pasado 8 de octubre de 2017, colándose de rondón, como el conejo que sale de la chistera, para pronunciar un discurso deslavazado y equívoco, que puso sordina al entusiasmo popular contra las histeria y paranoia independentista, que había puesto en tensión a la denominada “mayoría silenciosa catalana”, integrada e identificada con el conjunto nacional de los hombres y de las tierras de España.
La sombra de la sospecha que se cernía en pasados escándalos, en los que se había visto envuelto según las noticias y opiniones publicadas el actual ministro Borrell, eran baldones que le ponían en la picota, por las trapacerías en las que se relacionaba su nombre y el de su familia, con cuestiones financieras irregulares, como fue el denominado caso Huguet, responsable de la Hacienda en Cataluña, cuyo tinglado le salpicaba, al parecer, directa o indirectamente; la aparición de inmuebles en la localidad pirenaica de Taüll, de dudosa procedencia, de su más que atípica pertenencia, o, incluso, el abundante dinero que, a buen recaudo y lejos de las vistas de la Hacienda Pública, como “buen socialista”, se le imputaba en la opaca Suiza.
José Borrell comenzó su carrera política, curiosa y sospechosamente, en Israel. Nada más terminar sus estudios universitarios, en el lejano estío de 1969, asistió a un campamento de entrenamiento sionista, en un Kibutz, en un país que, en aquellos momentos, ni siquiera había tenido el reconocimiento del Estado español y con el que no existían entonces relaciones diplomáticas establecidas, lo que no fue óbice para que se pusiera a su servicio. Fue en este Kibutz de adiestramiento, sumisión y apoyo al Estado sionista, donde conoció a la judía Carolina Mayeur Dawel, con quien contrajo matrimonio, de cuyo enlace nacieron dos hijos hispano-judíos, Joan, que siguió, a pesar de su doble vínculo de sentimientos, apoyado por su padre, la carrera diplomática, desempeñando su puesto de cónsul de España en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, y Secretario de Estado para la Función Pública, dándose la paradoja que hoy su progenitor es, al mismo tiempo, su patrón y jefe laboral, lo que le augura una carrera prometedora. Por cierto, que durante el tiempo que estuvo casado José Borrell con la judía Carolina Mayeur, con las relaciones e influencias de su marido socialista, logró colocarla en el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, como Consejera Técnica, canonjía lograda a pesar de su nacionalidad extraña y su querencia innata hacia sus raíces judías. El otro hijo del matrimonio, llamado Lionel, es piloto de las líneas aéreas Air Nostrum. Divorciado de su primera esposa, desde 1998, ha vivido en pareja con la socialista Cristina Narbona, sobre la que también pesa la losa de conducta no ejemplar, en algunos de los importantes puestos oficiales que ha ocupado durante el mandato de los socialistas en España, ocupando hoy la presidencia del PSOE, en agradecimiento “por los servicios prestados”.
El reconocimiento, y vasallaje de José Borrell al estado sionista de Israel ha sido una constante en su vida y una palanca en los puestos, tanto nacionales como internacionales, que ha desempeñado de primer nivel, entre los que figuran, por orden cronológico, los de Concejal del Ayuntamiento de Majadahonda, (Madrid, 1979-1983); Secretario de Hacienda (1984-1991); Ministro de Obras Públicas y Transportes, en el tercer Gobierno de Felipe González (1991-1993); Diputado en Cortes (1993-2004);Ministro de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente (1993-1996); Presidente del Parlamento Europeo (2004-2007); Miembro del Consejo de Administración de la empresa multinacional española Abengoa (2009-2010) –puertas giratorias, con un sueldo de 300.000 euros anuales-; Presidente del Instituto Universitario Europeo, con sede en Florencia (2010-2012), en este organismo se “olvidó” Borrell de comunicar, a pesar de la incompatibilidad expresa para ello, que estaba recibiendo dos sueldos simultáneamente y no lo había declarado, por lo que salió algo trompicado y, desde el pasado 7 de junio de 2018, ejerce de Ministro de Asuntos Exteriores del Gabinete del “doctor plagiario” de tésis, según numerosos indicios, de Pedro Sánchez.
Sus ataduras con Israel y el agradecimiento a sus poderosos valedores, las puso José Borrell de relieve y énfasis en el discurso que pronunció, el día 27 de junio de 2005, ante el Knesset –parlamento sionista-, en el que, entre otras cosas, dijo: “Javerim Yekarim. Es un gran honor y una gran responsabilidad para mí, dirigir hoy a su Asamblea, la de los Knesset, el órgano democrático que representa a todos los ciudadanos de Israel. Lo hago en mi condición de Presidente, tanto del Parlamento Europeo, como de la Asamblea Parlamentaria Euromediterránea, que surgió del proceso de Barcelona (…) Esta no es una tierra extraña para mí. Hace 36 años, en 1969, cuando me acababa de graduar, vine a Israel para trabajar en un Kibutz –el de Galon-(…) Desde entonces he regresado varias veces, como ministro, como miembro del Parlamento y simplemente como ciudadano (…) También deseo darles la bienvenida como ciudadano de España y como Secretario de Estado del Gobierno que estableció relaciones diplomáticas con Israel, hace 20 años (…) Nuestras relaciones están marcadas por los recuerdos de la II Guerra Mundial y la tragedia del ·Holocausto”. Los últimos años han visto un resurgimiento de las sospechas mutuas, con algunos israelíes citando ciertas declaraciones y políticos europeos que atacan la idea misma de Israel (…) Hoy, 60 años después de la liberación de Auschwitz, a cuyo movimiento ceremonia de conmemoración que estaba presente en la cabeza de la delegación de la Unión Europea, deseo reafirmar el compromiso de Europa, y su responsabilidad especial para la existencia de Israel como un estado judío y como una democracia que viva en seguridad (…) Europa e Israel se necesitan mutuamente. Ninguno es concebible sin lazos cercanos entre los dos y terminó su discurso diciendo: “Toda Raba”.
Este ministro de tan marcada filiación semita, recientemente, el 13 de septiembre, ha manifestado y se ha pronunciado sobre algunos temas sensibles para el pueblo español, como es la cuestión de Gibraltar, donde ha afirmado: “España no reclamará la soberanía de Gibraltar en el diálogo sobre el Brexit. La prioridad es mejorar la situación de la zona del Campo de Gibraltar. Desde luego, no está en los objetivos de este Ministerio, en las negociaciones sobre Gibraltar, la cuestión de la Soberanía”, palabras duras y ásperas, pronunciadas, sin rubor, ante la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso, durante su comparecencia.
En relación a los presos procesados por el golpe de Estado independentista de Cataluña, del pasado mes de octubre de 2017, el ministro de Exteriores de España, “asomando la patita”, se ha decantado, diciendo que “preferiría que no estuviesen en prisión condicional” y en unas declaraciones efectuadas en la entrevista emitida, el día 11 de septiembre, en la BBC londinense, que han sido recogidas por la Agencia Europa Press, el ministro Borrell ha manifestado que “Considera a Cataluña una nación”.
El calificativo para evaluar estas palabras del ministro Borrell, lo dejo al criterio de los lectores. Para mí, como figura en el encabezamiento, es un ministro execrable.